En ocasiones, hago un repaso de
lo que ha sucedido en mis años de existencia, especialmente ahora que estoy
escribiendo mis memorias para dejárselas a mis hijos el día que me vaya a ir
para no volver, como legado y testimonio de mi paso por esta vida.
Y esta mañana me he despertado
recordando a esas mujeres que, en algún momento acompañé como Doula y con las
que todavía me une un vínculo muy especial que se ha convertido en amistad, en
una relación de igual a igual, de mujer a mujer, de madre a madre.
Desde que comencé a acompañar maternidades hace ya algún tiempo y a través del Círculo de Maternidad que llevo dinamizando ¡cuatro años! he conocido
a mujeres de varias nacionalidades: argentinas, de Uruguay, alemanas, de Canadá, de
Etiopía, francesas, de Paraguay, de Hungría, brasileñas, de Ukrania... y
españolas. Algunas de ellas madres
solteras por elección, unas separadas del padre de su bebé, otras con pareja
estable, la mayoría muy alejadas de sus madres…
Cuando nuestra relación inicial
termina, quiero decir, cuando han parido a sus bebés motivo principal por el
que me llamaron, son ellas –en parte- quiénes deciden finalizar, o seguir, con
nuestra relación. En ocasiones, tras el parto
o tras el puerperio, cada una retoma su vida y no vuelvo a saber de ellas. Y en otras, esa complicidad, sigue…
Y con ellas se ha parado mi mente
y conectado mi corazón.
Mujeres con las que mantengo el
contacto pasados siete o cinco años, o seis meses… con las que a menudo aparece
un motivo para comunicar, para preguntar cómo estás, cómo te sientes, cómo está tu
niña, tu niño…
Mujeres que me llaman para
contarme de sus cosas, de sus pesares, de sus dudas y de sus emociones. Que me
consultan sobre decisiones a tomar a cerca de situaciones concretas, ya suyas,
ya de sus hijos…
Es curioso como algunas me ven
como una madre, y a pesar de que yo les digo que ellas tienen a SU madre, y yo
soy madre de MIS hijos, comprendo que es inevitable que sientan en mi esa
figura maternante teniendo en cuenta mi edad, mi experiencia de vida y sobre
todo, mi visión de la maternidad, cosa que algunas de ellas no pueden compartir
con sus propias madres por una diferencia generacional y una ausencia de
actualización que, de algún modo, las aleja o no las aproxima tanto como desearían.
En este punto y aunque ellas me
siguen considerando su Doula, siento que ya no lo soy tal como yo lo entiendo,
porque sí es cierto que les doy información, incluso mi visión sobre algo que
ellas perciben como un consejo y, en este punto, dejo de acompañar para pasar a
otro papel, para recomendar, y si lo considero oportuno,
aconsejar como lo haría con una amiga que pide orientación, al margen de la edad y la condición.
En cualquier caso, la relación
que establezco y mantengo con estas mujeres, siempre es nutritiva hacia ambos
lados, y así lo percibo en ellas y en mí.
En una ocasión leí que muchas de las mujeres hemos tenido cerca a esa mujer más mayor y en la que, en algún momento, nos hemos mirado, la que ha supuesto una especie de guía, de amiga, de compañera en algún tramo de nuestro camino...
No sé si seré esa mujer, lo que sí
sé es que yo me siento feliz al escucharlas, al sentirlas y abrazarlas, cuando
las veo con sus bebés y cuando me siento integrada entre ellas. ¡Es realmente nutricio!
Seguiré dando gracias a la Vida por tanto regalo.
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