RELATO de parto: Anahí



Finaliza la Semana Mundial por un Parto Respetado 2020 y yo lo hago compartiendo el relato del segundo parto de Laura, quien, amablemente me lo ha enviado desde Colombia para tal fin. Cuando se habla de acompañamiento, quedan muchas lagunas, porque hay muchas maneras de acompañar...
Acompañar como DOULA es estar junto a una mujer de parto, en su estado más salvaje y mamífero, sin intervenir, sin apenas hacer nada, respetando su proceso y sabiendo que, solamente ella junto a su bebé son los protagonistas de esta historia de amor incondicional.  Par mí, es un verdadero regalo, un disfrute, una vivencia que yo, como mujer y  doula, gozo desde el fondo de mi útero.  
Gracias, Laura y Anahí por regalarme esta experiencia.  Gracias Samuel, por permitir a tu compañera que llevara a cabo sus deseos. 


"ANAHI nació el viernes 20 de septiembre de 2019 a las 4:08 h de la madrugada, tras varios días de estar esperándola. Nació en la semana 41+3, a dos días de inducirme el parto según protocolo, tras todo un proceso de espera, mucha paciencia y de conexión con mi bebé

El 19 de septiembre después de un largo paseo por la playa y de un baño en el mar, sentí que debía guardarme en casa. Desde las 8 pm en la terraza de casa, mientras Samuel hacia de jardinero, yo comencé a conectarme,  moviéndome con la pelota de pilates,  escuchando una música muy potente, comencé a sentir que venia y entramos dentro de casa, apagamos la luz y encendimos velas y ahí comencé a sentirlo mas intenso, vocalizando con la Aaahh cuando venía la contracción y concentrándome en el proceso de apertura... Seguimos escuchando la música que nos acompañaba y yo confiando en mi poder como mujer.

A las 10 de la noche, llamamos a Concha, mi doula, la de mi primera hija y de la segunda, en quien confio plenamente. Tengo una complicidad muy bonita y una amistad muy especial de más de siete años y le contamos que ya estaba en proceso de parto. Concha llegó cuando las contracciones eran cada 5 minutos y para ese momento la intensidad era alta. Sobre la 1 de la mañana decidimos ir al hospital y cuando llegamos eran casi las 2 am y muy amablemente me recibieron Laura, una ginecóloga y Fran, el matrón.

Pregunté si la casa del partos estaba libre, una habitación única en el hospital con bañera, y diversas herramientas para poder parir naturalmente. Justamente estaba desocupada y me la ofrecieron. Fue el primer regalo. Cuando Fran me hizo un tacto estaba sólo de 3 centímetros y en ese momento me vine abajo porque la intensidad del dolor era tal que pensé que no lo iba a conseguir de forma natural y solicitaría la epidural...

Fran, el matron lo aceptó sin juzgar pero me comentó que, en ese caso, debería salir de la casa del parto porque era solo para partos naturales. 
Muy hábilmente Concha me animo a ir a la ducha, era un espacio muy grande, me desnudeé completamente y comenzó a tirarme agua caliente en la parte baja de mi espalda. El dolor comenzó a aliviarse a través del agua caliente, sentí el impulso de ponerme en cuatro patas como en el primer parto y mientras Concha me tiraba agua caliente, apagó la luz y todo estaba oscuro, logrando entrar en mi mamífera con una rapidez increíble.

Rápidamente me encontré en 8 cm y al rato sentía empujar y era una gran intensidad. Concha me animaba, me daba paz y estaba en el presente y pendiente. A la brevedad, aviso a la ginecóloga que ya quería pujar.

Al momento ya estaba en 10 cm y la ginecóloga me pidió salir fuera de la ducha. Yo no quería moverme de allí, pero me convencieron y me sacaron a la habitación, rendida y confiando, me sentaron en una silla de partos, de media luna, con las piernas abiertas y Laura me indicó que me agarrara a unas cuerdas al techo y así, pujara conforme sintiera la contracción.

Con luz tenue, Concha en mi espalda agarrándome los hombros y el matrón y la ginecóloga tirados en el suelo esperando la llegada de Anahi. Mi cuerpo se inclinaba hacia delante cerrando el paso de Anahi, Concha reclinó mi cuerpo hacia atrás...
Confié en mi misma y en ellas y el y pujé, salió la cabeza y en el siguiente empujón el cuerpo… una explosión de vida y mi bebe estaba encima de mí, sintiéndola en mi piel.

Al momento mi doula salió del paritorio y  entró Samuel, mi compañero. Esperaron unos minutos para cortar el cordón umbilical, vi como mi útero alumbraba la placenta y solicite guardármela para poder llevármela.

El parto fue muy respetuoso, como yo lo quería, precioso, consciente, donde yo me sentí apoyada, empoderada, pariendo en vertical, conectada con mi mamífera y mi mujer salvaje, confiando en mi misma y en las personas que me rodeaban".







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