DOULA. Ser o no SER.

 

Quiénes me conocen saben con qué pasión vivo yo esto de SER Doula, de ACOMPAÑAR a otras mujeres en sus procesos de maternidad temprana (embarazo, parto, posparto/puerperio, y puntualmente alguna lactancia y/o duelo por pérdida perinatal).

También digo y confirmo que, desde que terminé mi formación en 2010, no soy ni de lejos la doula que era.  Que cada año, cada acompañamiento, hacen que me cuestione, me hacen abandonar sentires para integrar otros nuevos… y así voy, cambiando, aprendiendo, creciendo…

No me escondo de decir lo que siento pues está en mí ser honesta conmigo para serlo con las mujeres que me llaman, y siempre lo hago sin ánimo de que nadie se ofenda, pues surge desde mi propia experiencia tanto de acompañamientos como de Vida. 

No es fácil, creedme, acompañar a una mujer que se encuentra en un estado de vulnerabilidad atravesando cualquier etapa de la maternidad, desde que una piensa en tener hijos hasta que han pasado los días del puerperio, dure lo que dure.  Y digo que no es fácil ESTAR sin decirle qué hacer, o mejor, que haría yo.  Porque si la escucho y entiendo, y acepto SUS deseos y necesidades, no he de decirle apenas.

Ser doula, al menos en mi caso, implica tener una sensación de soledad en cuanto a que, los acompañamientos son de índole privada, no comentables,  y no todas las situaciones son felices.  Como doula, además de acompañar, escucho, valido, informo y, sobre todo, contengo.  Por ello, necesito estar centrada y, por qué no, en ocasiones, también necesito ser escuchada, acompañada y contenida… como persona, como doula.  De lo contrario, corro el riesgo de entrar en un profundo agotamiento emocional.

No creas que es fácil encontrar a una doula que comparta al cien por cien los propios sentires, que comprenda y acepte los haceres de una compañera porque, posiblemente, sean distintos a los suyos. 

Y estarás pensado “Venga, Concha, ¿a dónde quieres ir a parar…?”

Pues a que en estos días he necesitado, con urgencia un douleo (vocablo que utilizamos cuando somos “acompañadas” por una doula amiga).

Te pongo en antecedentes.

Este ha sido un año extraño, no hace falta que diga por qué.  No sé si la causa habrá sido el Covid y que por eso las mujeres no se han planteado el acompañamiento de una doula en sus maternidades. Al menos no me han llamado con la asiduidad a la que estaba acostumbrada.  Lo bien cierto es que, en el momento de escribir esta entrada, a punto de finalizar el año, solamente he acompañado a dos mujeres… aunque podrían haber sido seis.  Y ahí voy.

Como he dicho antes, me gusta ser muy sincera a la hora de decirle a las mujeres qué es lo que puedo ofrecerles como doula, y ahí está el problema.  ¿Tienen un concepto equivocado de lo que la doula es y hace?  ¿Buscan a alguien que les venda unas experiencias azucaradas? ¿Soy demasiado sincera y las tiro hacia atrás?

Tanto si llevo a cabo un acompañamiento, como si finalmente y tras el encuentro (o los encuentros) con la madre no se ha producido, yo me miro y me reviso.  Cómo he escuchado. Cómo he respondido.  Cómo la he mirado… Qué he dicho que le haya podido impactar.  Qué no he dicho que ella habría querido escuchar… y así, desmenuzando, hasta quedarme en paz conmigo, con mi actuación.

Días atrás me contactó una mujer en su primer embarazo, recién comenzado el segundo trimestre y muy feliz porque iba a ser madre de una niña. Vino con su marido. Alguien le había dicho que contactara con una doula y no sé cómo, llegó hasta mí.  En la primera entrevista le pregunté que estaba buscando, qué es lo que quería… y comenzó a contarme, para luego decirle yo qué podía ofrecerle...

Me preguntó que si podría recomendarle algún lugar donde aprender a parir… Que le habían dicho que pariría bien si hacía una formación en HipnoParto, que si podía recomendarle algún libro sobre posturas de parto y, sobre todo, que una amiga suya había tenido un buen parto hospitalario porque hacía todos los días yoga y meditaba mucho  y, por esos motivos ella quería lo mismo a través de una doula.

Lo primero que hago es respirar y responder poco a poco a sus planteamientos. Con la mayor evidencia, con la mayor experiencia…

Su cara iba cambiando conforme me escuchaba y cuando le dije que el parto depende de ella, de su estado emocional, de su situación hormonal, del lugar elegido, del acompañamiento, de cosas que están en ella, en su interior. Aunque todo lo demás puede ayudarla a sentirse bien, le dije que  el parto es un proceso animal y apenas necesita nada, más que informarse de qué ocurre en su cuerpo y en el de su bebé, elegir donde parir y con quien quiere estar,  no controlar qué está pasando a su alrededor y confiar en el maravilloso proceso que viene ocurriendo desde que existe la Vida.

No soy adivina sin embargo supe que mi ofrecimiento no era lo que ella necesitaba, o lo que creía necesitar.

Al llegar a casa me mandó un mensaje para decirme que muchas gracias por mi tiempo ¡gratuito! Pero que, efectivamente, si eso es una doula, no es lo que ella estaba buscando.

Y aquí entró mi necesidad de douleo porque, de nuevo, al revisarme me cuestiono si siendo tan clara me tiro piedras a mi tejado.  Me pregunto si a nivel trabajo me iría mejor si diera la razón y comenzara el acompañamiento aun sabiendo que voy en contra de lo que siento…

Y aquí entra la doula que me doulea a decirme que ni me lo cuestione, que yo soy así y esa es mi forma de acompañar, desde la más absoluta honradez. Que para ella soy la DOULA por excelencia… y consigue sacarme unas risas, como siempre que me lo dice. Porque ella me conoce bien y sabe que no puedo vender humo.  Lo hemos hablado muchas veces en esas interminables horas de douleo…

Llevo años defendiendo qué es una doula y qué no es, qué hace y qué no hace, sin embargo, sigo viendo que la confusión es muy grande y que, tal vez, por eso las mujeres no terminan de confiar del todo en nuestra presencia y compañía, porque si una madre me llama le digo que soy cocinera, y arreglo zapatos, y además sé cortar el pelo, y doy clases de tango, y crio canarios, y monto a caballo… lógico es que se pregunte cómo estoy y qué hago cuando acompaño siendo DOULA.

Hoy me ha apetecido venir aquí y contarlo, a éste que fue en algún tiempo mi confesionario.  No sé qué opinarás al respecto y me encantaría que dejaras aquí tu comentario, en el blog, directamente. Si lo haces, vaya por adelantado mi agradecimiento.

 

 

 

Comentarios

  1. Hola Concha, me ha gustado mucho tu entrada al blog, siempre tan sincera. Y estoy de acuerdo, no deberías renunciar nunca a tu sinceridad que es parte de tu esencia. Recordándo mis primeros meses de embarazo y mi primer encuentro contigo, se me pasa por la cabeza, que a parte de sincera eres también muy humilde. Tan humilde que quizás en un primer encuentro se nos es difícil reconocer al diamente en bruto que tenemos delante. Porque a parte de acompañar (que como tu dices es lo más difícil, aunque en ese momento quizás no lo sepamos apreciar) también dispones de una cantidad de recursos impresionante, entre libros, artículos, charlas, personas de contacto, en tema de embarazo, parto y postparto, que pueden ayudar a afrontar cualquier dificultad que pueda surgir. También organizas el círculo de maternidad, que puede ayudar a proporcionar a cualquier madre la red de madres que necesita. Y tienes una experiencia increible de partos de lo más diverso que te han preparado para afrontar situaciones difíciles con la calma y sentido común que la parturienta no puede tener en ese momento. Para no hablar de la excelente atención y cuidado que proporcionas a la madre. Esta claro que no vas a aparecer con tu CV detallado en un primer encuentro...pero quizás dejar caer alguna pista....algunas pinceladas de tu experiencia...tu formación....o de los conteísimas que quedamos todas las acompañadas. Y en cuanto a la verdad sobre el parto, quizás en la sociedad que vivimos no estamos preparadas para escuchar toda la verdad de golpe en un primer momento, y lo necesitamos oir poco a poco para asimilarlo. Pero hablo desde la total ignorancia del douleo...solo son cosas que se me pasan por la cabeza. Para mi siempre serás la mejor doula. Un abrazo muy fuerte!

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    1. ¡Madre mía, Martina! Gracias por tus palabras que, conociéndote como te conozco, son absolutamente sinceras.

      El feedback que tú me das me reafirma. Soy la doula que soy, no podría ser de otra manera porque como mujer y persona, soy así.
      En el fondo soy consciente de que no sé venderme, de que al hablar claro y no ponerme flores, desmonto el mito de la doula que sabe de todo y hace de todo, porque como bien dices, no puedo (no debo) en el primer encuentro, hablar de mi experiencia o de mis herramientas, aunque sí que digo que todo lo que tengo y lo que sé, esta a disposición de las mujeres que acompaño, a vuestra disposición.

      Soy consciente de que no todas las mujeres necesitan una doula, y muchas no necesitan una doula como yo, así es que acepto las cosas como vienen, como son.

      Mi acompañamiento es puramente vocacional, tú lo sabes, me conoces, me has visto... me ves, así es que acepto lo que la vida me traiga y mi interés se continuará centrando en la madre y en el bebé, a veces también en el padre, si lo hay...

      Gracias, de corazón. Te abrazo (a ti y a Eric)

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  2. Vaya, acabo de llegar a este blog casi por casualidad y lo primero que he leído es esto.. Me parece de una honradez, humildad y sensatez increíble. Hace poquito que me he adentrado en el mundo de la maternidad y soy consciente de que solo estoy viendo el pico del iceberg, pero este escrito me ha puesto la piel de gallina. Calidad y calidez, eso es lo que me ha hecho sentir. Gracias por compartirte así.

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    1. ¡Qué bien saber que alguien me lee! Y qué bueno saber que mis palabras sirven para algo. Me alegran mucho las tuyas, Lara. Me alegra que el destino te haya traído hasta aquí. Ya sabes cómo localizarme, para lo que quieras.

      Gracias por tu feedback, es lo que me anima a seguir escribiendo y compartiéndo-me de esta manera.

      Un abrazo.

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