Para parir: acompañamiento y confianza

 


Aitana se formó como doula hace unos años. Durante el tiempo transcurrido no había realizado ningún acompañamiento. Su información y formación pasaron a formar parte de su haber personal.

Hace unos meses me llamó para decirme que iba a ser tía: su única hermana estaba embarazada. Quería poner a su disposición todo lo que ella había integrado durante los meses que duró la formación. “Escucha sus deseos, atiende sus dudas, no le des información que no te pida, dile que tienes recursos que pones a su disposición, y que sea ella quien decida”, esto fue, básicamente, lo que le dije que tuviera en cuenta.

A finales de agosto Aitana me llamó para decirme que quería regalarle a su hermana una sesión de “douleo” y quedamos para vernos en casa de Neus. la futura madre.  Le dije que se apuntara todas las dudas que tuviera y así las comentaríamos.

Llegado el día, nos reunimos Aitana, Neus,  la madre de ambas y yo.

Neus sacó un folio lleno de interrogantes por las dos caras. Aunque al principio se mostraba algo nerviosa, poco a poco fue relajándose. Después de tres horas de interacción con ella, con su hermana, con su madre, me marché a casa con una buena sensación: me pareció una mujer con las ideas muy claras respecto a lo que quería, era poderosa y deseé que pudiera conseguir su parto deseado.

Ese último sábado, Neus había sobrepasado en dos días su fecha prevista de parto y comenzado con unas leves molestias, como de regla. En el hospital le dijeron que, si en una semana no había parido, comenzarían con la inducción. Ella empezaba a ponerse nerviosa y perder la confianza en ponerse de parto sola (Me pregunto si las profesionales sanitarias conocen los efectos negativos que producen estas sentencias…). Su hermana me llamó para preguntarme si podía ser alguna señal y quedamos en ver cómo amanecía el día siguiente. A partir de ahí, estuvimos en contacto permanente…

El domingo, por la mañana me envió una fotografía: el tapón mucoso se estaba desprendiendo. Comenzaba un proceso que no sabíamos cuánto tardaría en finalizar. Ahora, super importante, no perder la confianza en ella misma y pasar las horas de la manera más serena posible.

La mamá se fue a pasear por la playa y su hermana iba con ella. Las leves molestias pasaron a ser contracciones suaves, llevaderas.

A media tarde, y ya en su hogar con su pareja, Neus comenzó a controlar un poco las contracciones pues iban alcanzando mayor intensidad y menor frecuencia entre una y otra. Y de nuevo, fotografía.  Seguía soltando tapón y les inquietaba la sangre. Le envié información al respecto, más que nada para que se tranquilizaran.  Puesto que habíamos hablado de las causas por las que acudir urgentemente al hospital, reconocieron que ésta no era una de ellas… y siguieron en casa.

Aitana me preguntó cómo reconocer en su hermana la hora de ir al hospital. Puesto que no estaba con ella en estos momentos, le dije que estaría bien se acercara y la observara.  La voz y la actitud le indicarían en qué punto estaba. También que la misma mamá diría en qué momento quería ir al hospital.

Mi doula querida me iba comentando cómo se encontraba su hermana y así se fue dando cuenta de que el momento se acercaba. Las contracciones ya eran regulares cada 3 minutos…

Perdimos el contacto durante una hora. Yo estaba esperando comunicación, no quise interrumpir lo que fuera que estaba ocurriendo…

En el nuevo mensaje, Aitana me comentó que ya estaban en el hospital, que la cara y la actitud de su hermana habían cambiado radicalmente, y, además, había roto la bolsa de aguas. La futura mamá estaba en la sala de reconocimiento… ¡ojalá estuviera con la mitad de camino hecho! deseó Aitana.

A partir de ahí ya era el padre quien estaba con ella y la hermana, la doula, desde la sala de espera, ansiaba información.

Apenas diez minutos más tarde, en el siguiente mensaje: ¡está en completa!

Y en quince minutos, otro mensaje: ¡el bebé había nacido!

¡¡Madre mía qué subidón!!  La tía estaba super emocionada y yo con ella, desde mi casa, con todo mi amor hacía esas mujeres poderosas, hacía esa familia que ha sabido estar acompañando desde el amor y el más puro respeto.

Después de compartir emociones durante un ratito más, me fui a la cama con una maravillosa sensación.

Un bebé había nacido del vientre de una mujer poderosa, que se había informado, que había estado acompañada de la mejor manera por una doula de amor que, además, en esta ocasión era hermana de sangre.

Me dormí como en otras ocasiones, dando gracias a la Vida por este regalo, por permitirme ser testigo de estos acontecimientos.

Pasada la medianoche me envió una fotografía del bebé: una niña que venía a perpetuar un linaje de mujeres sabias. Una niña que, además, estaba agarrada a la teta de su madre…

“Escucha sus deseos, atiende sus dudas, no le des información que no te pida, dile que tienes recursos que pones a su disposición, y que sea ella quien decida”

Comentarios