No sé por qué razón se producen
ampollas cuando digo que acompaño a MUJERES y no menciono a sus parejas
hombres, cuando digo que los procesos fisiológicos de las mujeres son para
compartir entre mujeres...
Soy ferviente defensora de la
pareja como célula familiar, de la familia en sí. Sin embargo y dado que he
conocido a muchas parejas y no todas bien avenidas, quiero aclarar algo.
Si hay una cosa que, para mí, es súper
importante en una relación de pareja es la vida propia de cada uno de los
componentes, la independencia (bien entendida, no el intercambio de parejas. el
poliamor o amor libre, aunque allá quién lo entienda de este modo) para poder
seguir siendo una misma, sin perderse pasando a ser una extensión del otro. Y,
sin duda alguna, primordial la fidelidad entre ambos.
Autonomía, siendo capaz de hacer
las cosas por y para una misma. Para decidir lo que quiero y lo que no. Para
asumir mis consecuencias con responsabilidad. Para tener espacios y amistades propias. En
fin, todo lo que conlleva sentirse libre, capaz, poderosa, plena en una relación.
Y francamente no es fácil cuando
se trata de mujeres embarazadas con pareja más o menos estable. Es como que,
sin la otra parte no voy a ser capaz... ¡incluso de parir!
Una mujer a la que estaba acompañando, me dijo que cuando llegara el momento del parto prefería que
su marido se encargara de la niña de tres añitos que tenían porque "para
parir no lo necesito". No la aplaudí,
aunque ganas sí tuve.
Quién me conoce sabe que vivo en
una relación estable desde hace casi 52 años y que, tanto Marido como yo, nos
permitimos nuestros espacios y nuestros momentos el uno sin el otro que nos fortalecen como
individuos.
Y abundando en el tema, he
recordado este poema de Khalil Gibrán que leí en su libro "El Profeta", que llamó mi atención hace muchos años
y que ahora os lo comparto, por si facilita la comprensión de lo que quiero transmitir.
"Amaos
el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que
sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos
el uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos
el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad
y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea
independiente.
Las
cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad
vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.
Porque
sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y
estad juntos, pero no demasiado juntos.
Porque
los pilares del templo están aparte.
𝗬, 𝗻𝗶 𝗲𝗹 𝗿𝗼𝗯𝗹𝗲 𝗰𝗿𝗲𝗰𝗲 𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗹𝗮 𝘀𝗼𝗺𝗯𝗿𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝗶𝗽𝗿é𝘀 𝗻𝗶 𝗲𝗹 𝗰𝗶𝗽𝗿é𝘀 𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗿𝗼𝗯𝗹𝗲”
El Profeta excelente obra atemporal que continúa resonando en los corazones de las personas, recordándonos la importancia de vivir con autenticidad, compasión y sabiduría. Interesante anécdota.
ResponderEliminarAsí es. Esta semana pasada se ha casado mi hija y yo les leí el poema que habla del matrimonio, éste mismo, porque considero muy importantes estas palabras. Gracias por comentar. Un saludo
Eliminar