Retiro de fin de semana. En AMOR a MÍ.

Llevo una temporada cansada. Los acontecimientos mundiales y algún achaque físico, de salud, dicen que debido a la edad, me han bajado los ánimos y la moral. Lo sé. Me conozco bien.

Eso me lleva a estar apática también en RRSS. ¿Qué decir? ¿Qué callar? ¿Qué aportar?  Me agota y me desanima.

Necesitaba un reconstituyente, especialmente emocional, espiritual y, también físico.  Y lo he tomado en formato 𝙛𝙞𝙣 𝙙𝙚 𝙨𝙚𝙢𝙖𝙣𝙖 𝙙𝙚 𝙧𝙚𝙩𝙞𝙧𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙢𝙤𝙣𝙩𝙚.

Magia. Como decía un compañero ayer en la despedida, entre todos los asistentes se produjo la verdadera magia.

Llevo años haciendo estos retiros: uno en primavera y otro en otoño. Siempre organizados por Espai Món Sà con mis hermanos al frente: Cristina, hermana de madre y padre, y Andrés, su marido, ambos hermanos míos en la presencia, el cuidado y el amor incondicional...

Esta vez hemos estado en el corazón de nuestra amada SierraCalderona, relativamente cerca de Valencia. Un entorno verde y cálido que nos ha facilitado la estancia.

Doce personas. Solamente una que no conocía. Y justo las que teníamos que estar en esta ocasión.

Podría contar tantas cosas que han abierto mi corazón, que me han aportado vitaminas directamente en las venas, que necesitaría demasiado espacio para plasmarlas.

Aun así, quiero compartirte algún detalle...

Compartir el paseo por el monte a poco de amanecer, en silencio y rodeados de mosquitos ávidos de sangre.

El danzar sin parar al son de varios ritmos desde melodioso y calmado, hasta de lo más frenético...

Compartir estiramientos, yoga, meditación. Charlas distendidas con una taza de infusión en las manos...

Compartir risas hasta caer de culo. Compartir refrigerio de viandas ricas y sabrosas con los ojos tapados, en silencio y comiendo con las manos...

Compartir confidencias personales, íntimas...

Y compartir todo esto con una joven mujer parapléjica en su silla de ruedas, con su bicicleta de montaña. Ver su capacidad de superación. Sentir su resiliencia. Ejemplo de Vida, de superación, de ganas de vivir. ¡Dios! ¡Qué experiencia tan brutal y tan vital ha sido para mi humilde alma mortal!


Compartir habitación
(y confidencias) con la única persona a la que no conocía: una mujer argentina bastante más joven que yo. Profesora de yoga entre otras muchas cosas y con una voz maravillosa que nos acompañó con sus mantras en sánscrito y tocando su shruti en inicios y finales de las meditaciones. Recibir de sus manos un masaje tailandés tan intenso y sanador que mi cuerpo agradeció desde lo profundo de cada una de mis células.

Y finalizar el retiro confeccionando, entre todas y todos, un collage con elementos cogidos del monte, con la imaginación de nuestras mentes y con el amor de nuestros corazones ¡¡Qué acto tan grandioso y qué resultado tan bonito!!

Si tú no estás introducida en esta manera de vivir la propia espiritualidad, puede que no concedas importancia a estas experiencias. Lo entiendo .Sin embargo, para mí ha sido un soplo de aire más que fresco, ha sido sentir, compartir y absorber una energía vital tan pura como auténtica. Ha sido recoger e integrar fuerzas hasta el próximo retiro.

"Porque ésta es la fuente de mi nutrición interior. Nada ni nadie más recarga mis baterías de esta manera tan potente, profunda y verdadera.


Así es que, de nuevo, estoy agracida a la VIDA, a Cristina y Andrés, y a todas las personas que allí estuvieron por las palabras, las reflexiones, las risas, los llantos y los abrazos, porque gracias a ese TODO, vuelvo a ser YO.

En amor a mí.

  

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