Desde hace bastantes años, una de las cosas que me resultan muy gratificantes es salir al monte y lo hago bien acompañada por un grupo de senderistas, algunos de ellos ya amigos después de recorrer juntos un montón de kilómetros y compartir alguna que otra peripecia.
Y así ha sido este fin de semana. Completo. Por la aventura vivida, por las risas, por el buen yantar y sobre todo por la buena compañía. Ésa que siempre te recibe aunque haya pasado tiempo sin verte, ésa con quien compartes la bota de vino… y algunos de tus pesares. Esas personas que se enamoran de esta afición que nos aporta optimismo, que te hace vivir el compañerismo, que te enseña a respetar y donde te sientes respetada.
Luego, las agujetas para recordarme esos músculos que tenía olvidados, para decirme que no he de estar tanto tiempo sin hacer camino, porque ésta es mi otra gran afición y no quiero aparcarla, hacer senderismo con los míos, con los de siempre y con los nuevos.
Así es, como en la Vida, andando, mirando al frente, con quien vaya llegando para compartir sendero.
Felizmente y dando gracias, de nuevo.
Lo has descrito a la perfección, es tan sano un paseo por el monte... nos oxigena cuerpo y espíritu, nos da energía positiva. Si además es compartido con amistades, nos llena de buenos momentos.
ResponderEliminarAlgún día me veo como tú por las montañas de Alicante, espero que un día no muy lejano...
Alicante tiene muy bonitos paisajes, desde el interior hasta la costa...
ResponderEliminar¡Ánimate! Bebé en la mochila a la espalda y a caminar. ¡Es tan gratificante!
Gracias por tus palabras, cielo.