Esta ciudad
castellana nos recibe con sus edificios medievales y –sorprendentemente- con
muchos de estilo modernista, con calles tranquilas y muy limpias (es algo que
siempre llama mi atención). Visitar Zamora y dormir en su Parador, con sede en
un antiguo palacio medieval, me transporta a una época oscura, aunque para mí
muy interesante y atractiva, máxime ahora que soy fiel seguidora de “Juegos deTronos”.
Al fondo, el Duero. |
La vista del
río Duero bordeando la ciudad y la puesta de sol al anochecer desde el
Castillo, al lado de la Catedral, dan el toque mágico a este día que finaliza
con unas estupendas tapas y una cervezas en una bodeguilla del casco antiguo de
la ciudad.
A la mañana
siguiente intentamos visitar el interior de la Catedral, construida en varios
estilos entre ellos el bizantino como se muestra en su cúpula. Finalmente, no entramos pues para ello hemos
de pagar una entrada, algo a lo que por principios, nos negamos.
En la puerta de
la iglesia, reza un cartel que dice “la catedral es la casa del Obispo” y yo, que fui educada en un colegio de monjas
recuerdo cuando decíamos que “la iglesia es la casa de Dios” ¿O es que ahora
pretenden hacerme creer que Dios cobra por visitar su casa…?
A mediodía
partimos desde Zamora hacia Pobra de Trives, en la provincia de Ourense, donde
instalamos nuestro cuartel general con el resto de compañeros de Ardillas y
desde donde saldremos para realizar nuestros objetivos de este verano y recorrer
las zonas de interés, tanto geográfica como culturalmente hablando.
El sábado 6 y
con el apoyo de un guía local, comenzamos nuestra primera marcha. El día está fresco (10º) y nublado, con
previsión de lluvias, temperatura ideal para comenzar el ascenso. Dejamos los
coches en una aldea y tras una continua subida alcanzamos la cima del Picoña,
desde donde divisamos los valles colindantes tapizados de un profundo verde y
donde casi podemos coger las nubes con las manos…
La lluvia hace su aparición e iniciamos el descenso. Finalmente llegamos a la orilla de un embalse donde damos gusto al paladar comiéndonos el pic-nic que nos han preparado en el hostal: un sabroso bocadillo de pan con aceite, tomate a rodajas y un delicioso lacón casero. Regresamos al hostal a media tarde, para asearnos y bajar a cenar.
La lluvia hace su aparición e iniciamos el descenso. Finalmente llegamos a la orilla de un embalse donde damos gusto al paladar comiéndonos el pic-nic que nos han preparado en el hostal: un sabroso bocadillo de pan con aceite, tomate a rodajas y un delicioso lacón casero. Regresamos al hostal a media tarde, para asearnos y bajar a cenar.
El balance en
este primer día es muy interesante. Deleitarme con el olor de la Naturaleza
limpia en su más puro estado, regalarme la vista con las múltiples formas y colores
de sus flores, caminar bajo la sombra de los robles (carballo), los castaños,
los abedules… escuchar el mugir de alguna vaca, el susurro de algún arroyo, el
silencio del silencio... Una jornada magnífica a pesar del esguince de tobillo
con el que he regresado.
Descansando las piernas... |
Un nuevo día amanece y como ayer, nublado y fresco. El grupo se dispone a partir hacia una ermita románica, accediendo desde una ruta no demasiado larga. Aún así, los 15 km previstos son demasiados para mi pie hinchado y dolorido.
Me quedo en el
hostal con mis libros y mi escritura. Espero hasta que regresan mis compañeros a
tiempo y de comer el delicioso pulpo “a la gallega” que una pulpeira proporciona y del que se da buena cuenta en
uno de los bares del pueblo.
Quedarme sola
toda la mañana me brinda la oportunidad de reconectar conmigo… a la hora de
escribir estas líneas mi hija terminaba de parir a la suya. Hoy cumple Naia sus
3 años… felicidades nieta. Felicidades
hija.
A pesar de la
cojera salgo a dar una vuelta por el pueblo. Observo desde un puente todo el
verde del barranco, la majestuosidad de los árboles… un abedul, una acacia, un
tilo… todos bien anclados a la tierra. Observo cómo el viento mueve sus ramas y
éstas se balancean sin oponer resistencia; cómo las hojas van al ritmo que les
marcan las ramas… y pienso qué fácil sería si hiciéramos como los árboles y
dejándonos llevar nos meciéramos al ritmo que nos marcara la Vida sin oponer
resistencias y confiando…
Con María y Enrique, su hermano. |
Con Carmen, la coordinadora |
Después de
visitar la ciudad, de callejear por sus rincones y lugares de interés, acudimos
a las aguas termales que a lo largo de determinadas zonas del rio mezclan sus
aguas frescas con manantiales de agua caliente y me hacen evocar el fuego que
mana de las entrañas de la tierra… un ambiente relajado y un atrás en el
tiempo, disfrutando de un sol
espléndido y de una frescura agradable en las zonas de sombra.
espléndido y de una frescura agradable en las zonas de sombra.
El martes 7 es
el día previsto para acceder a la cumbre más alta de Galicia, el Cabeza de Manzaneda con 1.778 m de altitud. Debido a mi pie todavía lesionado no puedo ir
hoy con el grupo y me quedo en el hostal con María, una joven que también tiene
una pequeña lesión en un pie. Acudimos más tarde las dos, en coche, a una zona de recreo donde acuden los
compañeros una vez finalizado el descenso y donde todos juntos comemos nuestro
delicioso pic-nic.
Durante casi
dos horas hemos estado conversando María y yo. Con poco más de 18 años es una
chica preciosa, en todos los sentidos.
Muy madura para su edad, sencilla, con buena conversación, muy sensata y
muy cariñosa. No la conocía pues es la
primera vez que viene con nosotros.
Acude con su padre y un hermano un poco más joven. Por su manera de expresarse intuyo una
madurez apresurada, prematura… aunque aceptada y bien llevada. Y efectivamente así es. Con apenas 15 años María perdió a su madre y
desde entonces ha crecido a pasos agigantados.
Con María |
Regresamos al
hostal. Por la tarde, Marido y yo nos acercamos en coche a una aldea cercana
donde hay una ermita románica de especial interés, pues es de las pocas que tienen
un atrio cubierto antes de la entrada principal. Muy primitiva, mantiene en muy buen estado las
figuras y ornamentaciones de esta época tan presente en la zona.
Tras hacer una
ruta en coche por los alrededores sin perder de vista la grandiosidad de la
Naturaleza, llegamos a un puente romano
de la época de Trajano sobre el rio Bibei y donde queda el recuerdo gráfico de
mi presencia junto a una piedra miliar de la Vía Nova.
Es miércoles, 8
de agosto y hoy toca ruta turística. Nos disponemos a navegar por el río Sil en
catamarán y visitar los monasterios y ermitas de esa zona. El día es extremadamente caluroso y en el
recorrido fluvial tengo que cubrirme del sol con un paraguas. Al sur tenemos la
provincia de Ourense y al norte, la de Lugo, con escalonados viñedos que
aprovechan hasta el mínimo resquicio en las abruptas laderas. Tras visitar el
Monasterio de Santa Cristina, tomamos la vuelta al hostal después de pasar un
día muy caluroso.
La ola de calor
también ha llegado a esta zona, lo que nos limita a la hora de caminar. Hoy, 9
de agosto, último día, decidimos hacer una ruta corta y está previsto un paseo
por un bosque de castaños con el fin de caminar bajo la sombra.
Estos son árboles
centenarios, grandiosos, con troncos retorcidos que confieren figuras extrañas
y mágicas… y que merecen una especial atención que en breve presentaré en una
nueva entrada…
El calor se
hace insoportable a mediodía y llegamos acalorados al hostal. Luego del descanso vespertino y tras una
partida de Trivial, tenemos la última cena…
Nos juntamos en
torno a las mesas y terminamos de comentar anécdotas y experiencias. Le hacemos
un agradecido reconocimiento a Gerardo, el joven que nos ha hecho de guía estos
días, y tras las bromas y los abrazos
nos retiramos “a nuestros aposentos”. La
mayoría de nosotros tenemos previsto el regreso al día siguiente, por la mañana
temprano para evitar al máximo el calor.
Marido y yo vamos
directos a Valladolid, nuestro último destino antes de regresar a
Valencia. Llegamos a mediodía con un sol
de justicia. Vamos directamente a
nuestro hotel, en pleno corazón de la ciudad y, aunque reconozco que no me gusta, hemos de
conectar el aire acondicionado en la habitación.
Tenemos
intención de ver lo más que podamos de la ciudad, pero el calor nos interfiere
en nuestro deseo. Así, tenemos que
meternos en un cine a media tarde pues sale fuego del asfalto…
Tras tomarnos
un helado en una heladería también recomendada, nos dirigimos al hotel para
intentar descansar.
A la mañana
siguiente, a las 8:30 ya estamos de nuevo callejeando con el fresco mañanero y
con idea de ver lo más interesante antes de que el calor comience a apretar, pues
ayer se registró en Valladolid una temperatura de 39,2º.
Después de
visitar la Catedral (aquí no había que pagar entrada), varios edificios
modernistas, el Palacio de los Pimentel
-la casa donde nació Felipe II en el año 1525- y de sentir el espíritu de una
ciudad limpia, culta, tranquila y señorial… nos dirigimos a orillas del río
Pisuerga, donde nos sentamos en un banco para poder disfrutar de unos minutos
de serenidad y de la frescura del parque-jardín en que estamos.
A poco de salir
de la ciudad pinchamos una rueda que queda reventada y hemos de avisar a la
grúa. Llegando a Madrid, el navegador
pierde las señales y comenzamos a dar vueltas por la ciudad sin encontrar la
salida… Gran Vía, Alcalá, Subida de San Antonio, Gran Vía, Alcalá y así durante
una hora y ¡a 37º de temperatura! Finalmente accedemos a la M-30 y nos
colocamos en la dirección correcta.
Y llegamos a
Valencia, sanos y salvos sobre las 21 h.
Ahora y tras
escribir estas líneas, me quedo con lo más precioso –o lo más preciado-. La compañía de las personas con las que he
estado, la convivencia durante tantos días y horas, la buena comunicación y el
buen hacer de todos nosotros… la estupenda organización y el cariño y esmero
con que Carmen, una de nuestras compañeras, lo ha previsto todo.
El gran
hallazgo que ha supuesto convivir con una familia de hosteleros en un hostal
sin grandes pretensiones, pero muy limpio y agradable. Donde nunca han faltado las grandes y bonitas
composiciones de flores y plantas silvestres, donde hemos comido de auténtico
lujo, donde nos han tratado con verdadero cariño y donde nos han hecho sentir
como en nuestra casa.
Merece que
mencione, de forma especial, que este
hostal cuenta con varios premios de cocina y que además de estar todo
buenísimo, la calidad y la cantidad de la comida han colaborado a que la
estancia haya sido infinitamente agradable. Así que es un lugar que recomiendo
especialmente pues su relación calidad-precio-atención es lo mejor que he
conocido en mucho tiempo. Gracias
especiales a toda la familia (Te dije que os mencionaría, Clara…)
La maravilla de
estar día a día con una niña pequeña que
aún no tiene tres años, que habla y se expresa perfectamente y que en todo
momento se ha mostrado abierta, tranquila, confiada… una niña preciosa y cuyos
padres tratan con toda la naturalidad y respeto que una criatura merece. Una niña que se me acerca, me da la mano, me
habla y con la que juego como si de mi nieta se tratara… una niña preciosa y
unos padres encantadores, a los que no puedo dejar de dar mis felicitaciones.
Gracias, Isabel, durante unos días has sido una pequeña maestra.
Y un hecho
particular, con una mención especial… Durante mi presencia en Valladolid me encuentro con una persona con la que
contacté hace algunos años a través de un foro y con la que siempre ha habido
una conexión especial. Pero eso es otra historia que quizás cuente en otro
momento…
Como siempre,
estas son mis experiencias, mis vivencias, mis emociones. Es posible que haya a quien le puedan
interesar. A vosotros van dirigidas
estas letras…
Con Amor.
Concha, muchas gracias por tu relato, quería saber cómo os había ido, pero tú sabes que en agosto,no es fácil coincidir. Me alegro que todo haya salido bien, es lo previsible con una persona como Carmen de coordinadora. Espero estés bien del esguince.
ResponderEliminarUn abrazo y enhorabuena a Manolo que ya le queda uno menos
Alberto
¡Alberto, no sabes cómo te hemos echado de menos! Pero sabemos que tampoco paras en tus viajes y como bien dices, no siempre podemos coincidir.
EliminarComo has podido leer, Carmen lo ha organizado maravillosamente. Y las personas que hemos estado, hemos disfrutado de todo: compañía, alojamiento, comida y senderismo -quien ha podido, claro.
Mi pie está mejor. Le transmito a Marido tu felicitación.
Un abrazo. ¡Y gracias por asomarte por aquí!
Concha, qué bonito viaje y que reflexiones tan sabias
ResponderEliminarGracias, cielo, la verdad es que así ha sido...
EliminarUn abrazo.
...y ademas estas guapísima!!
ResponderEliminarGracias por compartir tu viaje, he disfrutado leyéndote y viéndote.
¡Ja, ja! Cariño, dicen que la cara es el espejo del alma ¿será verdad?
EliminarGracias por tus palabras y te envío un fuerte abrazo.
La mujer elegante de las piernas estupendas jajaja , espero que ya estes mas recuperada, eres una ardilla de categoria y a pesar de la lesión no has perdido el tiempo, fijate a la cantidad de personas que nos has brindado tu alegria y energia, un enorme abrazo
ResponderEliminarEsos ojos con los que me miras llevan el cristalino de color rosa, preciosa, y si te hubiera conocido antes... de joven me hubiera gustado ser como tú ¡ja, ja, ja!
EliminarGracias por TODO.
Bueno, a pesar de mi separación del mundo de los blog sabes que sigo siendo tu fiel seguidora y no solo en este mundo blogero!
ResponderEliminarUn maravilloso viaje que como siempre sabes transmitir muy bien!
Un beso muy grande!
¡Ay, amorcito, qué alegría leerte por aquí! Fiel seguidora... ja, ja... (esto es una NUERA, ¡si señor!)
EliminarBesitos, cariño.
Genial corazón, lo que mas me gusta es verte feliz y contenta, es lo más elemental que posee el ser Humano.
ResponderEliminarFelicidades por estas esperiencias tan maravillosas, es lo que te mereces.
Con amor.
Carmen*
Gracias Hermana. Feliz y contenta... al final se convierte en una actitud de vida. Ver la belleza en todas las cosas está al alcance de cualquiera.
EliminarTe quiero.
Me maravilla como transmites tus experiencias,lo explicas tan bien,que las haces vivir a los que te leemos,y que memoria ¡Dios mío¡ no se te olvida nada,te acuerdas de todos los nombres por donde pasas,¡genial Concha¡
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja! Magda de mi corazón. Ademas de disfrutar con intensidad de cada momento, llevar una libreta y un lápiz es una buena forma de que no se me olviden los nombres. He tenido tiempo para todo, hasta para hacer anotaciones.
EliminarGracias por tus palabras. Un abrazo.