Suelo escribir sobre lo que
conozco y desde mi experiencia, por eso me toca mucho la moral cuando alguien
cuestiona lo que digo. Así de claro. A
mí no se me ocurriría cuestionar o negar lo que otra persona ha vivido o ha
sentido… por tanto, sé de qué hablo. O escribo, en este caso concreto.
Hace más de cuarenta años, cuando
fui madre por primera vez, apenas tenía información sobre temas de maternidad,
apenas los que iba leyendo en la revista “Ser
Padres” que hacía poco había comenzado a publicarse. Desde luego, nada
que ver con la información que hoy en
día hay al alcance de todas las mujeres que quieren estar enteradas de qué
ocurre cuando una se queda embarazada, de qué sucede poco a poco, cuando
comienza el camino hacia la maternidad.
Llegado el momento de parir, negocié con mi obstetra que no me durmiera
pues lo habitual era que las mujeres dieran a luz anestesiadas (era la época
del pentothal). Y así parí a mis tres hijos,
a pesar de la oxitocina sintética y demás prácticas que se hacían por entonces,
incluida la episiotomía. En las tres
ocasiones me acompañó mi marido, y además, en la última, mi hermana Cristina
quien por entonces estudiaba enfermería y realizaba sus prácticas en el
paritorio de un hospital. Y en las tres
ocasiones, la matrona NO se separó de mi lado en ningún momento. En
ninguno.
Nunca tuve miedo al parto, ni
dudé de lo que quería. A pesar de, como he dicho, no tener apenas información –además
de la recibida por unas matronas de La
Fe, que ofrecían una preparación al parto totalmente fuera de lo habitual y muy
novedosa para el momento- salvo eso, para
mí parir era algo natural e incuestionable: tenía que pasar por mí.
Introduzco esta parte personal para
dejar claro, y disculpadme por insistir, que lo que voy a contar aquí es desde
mi experiencia y a través de los acompañamientos a partos que he realizado
durante estos diez años…
Si bien hoy en día las doulas nos
preparamos para acompañar en cualquier proceso de maternidad, en origen cuando
los doctores M. Klaus y J. Kennell dieron reconocimiento a esta figura, su
función principal era la de acompañar en los partos, basándose en su certeza de
la necesidad de cuidar a la madre “Mothering the mother”, fue el libro
que escribieron respecto a este tipo de acompañamiento.
Como digo, y a pesar de mi
preparación para acompañar otros procesos, donde mejor me siento, lo que más me
gusta y para lo que más me solicitan, es para acompañar embarazos, PARTOS y
pospartos. Mentiría si no dijera, públicamente, que me apasiona ver nacer a los
bebés, que me enamora la belleza de una mujer recién parida…
Pero bueno, voy a ir al grano
para no enrollarme demasiado.
Hace poco, en Facebook, al hilo de una noticia que hablaba sobre la
adaptación de los nuevos paritorios en la mayoría de hospitales (piscina,
paredes pintadas en tonos suaves, pelotas, telas para colgarse, etc) se me
ocurrió decir que eso estaba muy bien, pero lo realmente importante era que cambiara la mentalidad del personal
sanitario y sobre todo, los protocolos hospitalarios, pues el espacio no
era lo más influyente a la hora de parir ya que una mujer conscientemente dispuesta a ello, paría donde fuera e
incluso no necesitaba a nadie. Mi
comentario, además, decía que, la única
protagonista del parto es la mujer, y mencionaba también, el acompañamiento
de una doula como herramienta importante.
Como suele ocurrir, siempre hay
quien entiende lo que quiere… o lo que puede.
Tengo muy claro, clarísimo que NO todas las mujeres necesitan una doula e
insisto, que la ÚNICA protagonista del parto es la mujer que pare. Ni el
hospital, ni las habitaciones bonitas, ni el personal sanitario, ni el
acompañante… ni la doula. Sin embargo…
En todas las guías sobre el parto,
en la Estrategia de Atención al Parto Normal, editada por el Ministerio de Sanidad,
se hace mención al derecho al acompañamiento.
En asociaciones, grupos, páginas
y demás que trabajan por los derechos de las mujeres en cuanto a salud
reproductiva, se menciona el derecho al
acompañamiento en el parto.
Incluso ya en los hospitales
preguntan por el padre a la hora de hacer un ingreso por parto… (Este tema
merece una entrada aparte…)
Pero… ¿qué tipo de acompañamiento?
¿llevado a cabo de qué forma?
Volviendo al hilo de facebook,
los comentarios giraban en torno a que la
mujer ha de ser respetada en sus decisiones, cosa en la que estoy
absolutamente de acuerdo, lo que no
queda claro quién ha de respetarla. Y vamos a verlo.
En primer lugar, la que ha de respetarse es ella, exponiendo sus deseos y
procurando que, sean los que sean, se lleven a cabo. Cuando una mujer no está informada, no sabe
lo que quiere y no adopta una posición firme, es presa fácil debido a esa debilidad…
Después ha de ser respetada por su pareja, si la tiene. Si
ELLA quiere ser acompañada por él, está en todo su derecho. Y si
NO quiere, también. ¿Se respeta esto?
Dos personas que influyen mucho
en esta cuestión, aunque no lo parezca, son la madre y la suegra. En más de una
ocasión y habiendo comenzado un acompañamiento en el embarazo para llegar al
parto, han sido las propias matriarcas quiénes han decidido “tú no necesitas una doula”
palabras textuales.
Si además, se junta el tándem marido-suegra y son ellos quiénes deciden
que ELLA no necesita una doula, apaga y vámonos. (También lo he
experimentado).
Y siguiendo con el “respeto” también hay hospitales, personal sanitario que no permiten el acompañamiento de doulas.
Hace un tiempo, en un hospital
que no voy a citar, acompañé a una mujer que me llamó ANTES de estar
embarazada.
Llegado el día y en el hospital, entrando
con una dilatación a mitad de camino, la matrona de guardia me dijo que si era su doula no entraba porque a ella no
le daba la gana (textual). E hizo entrar al padre. En poco más de media hora, salió éste y me
dijo que entrara. Al preguntarle a la matrona a qué se debía el cambio me
espetó “por muy mal que lo hagas tú,
siempre lo harás mejor que éste que no tiene ni idea”) palabras textuales
que no olvidaré nunca. No voy a contar
cómo terminó este parto, así es que ¿seguimos
hablando de respeto?
Y ahora voy a esgrimir los
argumentos en los que me baso para defender la conveniencia del acompañamiento
de una doula que haya sido madre, que tenga experiencia en partos, que sea
empática y por supuesto, que sea… respetuosa.
Y sigo hablando desde mi
experiencia.
Cuando
acompaño a una mujer a su parto, la conozco bastante bien. Me he reunido con ella en varias ocasiones, hemos
hablado de sus dudas, de sus miedos, de sus carencias, de sus necesidades… se ha abierto entre nosotras una línea de
comunicación en la que, a veces, sobran las palabras. Se ha establecido un vínculo de confianza, de seguridad. Yo aporto la información que ella necesita,
escucho y valido sus emociones. Y poco a poco ella se va preparando para el
acto final: el nacimiento de su bebé.
Cuando esta mujer alcanza este
estado alterado de conciencia que supone un parto fisiológico con el neocortex
apagado, saberse, sentirse acompañada por esta persona (SU doula) que ha estado
a su lado, que sabe interpretar sus gestos, esa persona que la conoce bien en su parte más mamífera y que sabe lo
que no ha de hacer, lo que no ha de decir… porque ella misma ha pasado por
ese trance, porque interpreta cada uno
de sus movimientos, porque empatiza con cada uno de sus gemidos, porque va
viendo desde fuera, desde la invisibilidad que le aporta la experiencia, cómo esa mujer se
abre y pasa por un trance similar a la muerte para renacer como madre… y desde esa misma experiencia, acompaña ese proceso grandioso y sagrado de la
manera más natural y respetuosa, teniendo siempre
presente que ella solo acompaña, que la
protagonista absoluta es la madre, y que los responsables del cuidado físico,
fisiológico, de la salud de la madre y del bebé, son los sanitarios que están de guardia en
ese momento.
Porque, el acompañamiento de una
doula es continuo, porque no se va de su lado hasta que el bebé está siendo
amamantado. Porque no tiene varios partos al mismo tiempo,
porque no la reclaman en otro paritorio… porque no tiene unas horas de trabajo,
de guardia, estipuladas sino que sus herramientas, su tiempo y su disponibilidad son exclusivos, por ser, precisamente, SU doula…
Porque no hemos de olvidar que, el parto, además de ser un hecho
fisiológico normal, es un proceso psico-bio-neuro-emocional en el que influyen
muchos, muchísimos factores y en el que quizás, el menos relevante, sea el
espacio…
Porque, hay mujeres que paren en
el garaje mientras su pareja pone el coche en marcha, o que paren en el zagúan de su casa mientras el padre va a por el
coche, o que paren solas en su casa mientras las matronas y la doula se han ido
a comer, o que paren en un autobús, en un taxi…
Por todo esto, y por mucho más
que no voy a contar para que esto no se alargue demasiado y dejéis de leer, defiendo, recomiendo y abogo por el
acompañamiento de una Doula, especialmente, durante el parto.
Y puesto que hablamos de respetar
las decisiones de las mujeres en cuanto al acompañamiento ¿qué pasa cuando se ven abocadas a tener que elegir entre el padre de
su criatura (si lo hay) y su doula?
Muchas de ellas no tienen duda y eligen, ser acompañadas por su pareja. Pero ya anticipo que, si se trata de un
hombre, ha de tener a su lado a un padre comprensivo cuyo principal deseo sea
el bienestar de ella, y si ella elige a la doula, él lo acepta de buen
grado. Aquí, sinceramente, he de decir
que son las menos pues la necesidad del varón de reconocer que el bebé que nace
es suyo, sigue siendo prioritaria.
Entiendo que el hospital no es
espacio para estar de fiesta durante un parto, pero creo, sinceramente, que el personal responsable de paritorios es
lo suficientemente inteligente y debería de ser autónomo para decidir en qué
ocasiones puede entrar una doula junto al padre de la criatura, máxime
cuando la doula es habitual en ese centro… Y bueno, no voy a seguir personalizando,
porque está claro que ahora hablaba de mi caso…
Si has llegado hasta aquí, tal vez comprendas porqué dije que el
acompañamiento de la doula en el momento del parto puede ser… ¿decisivo?
Lamentablemente, todavía son
pocas las mujeres acompañadas por doulas, y son pocas las que cuentan sus
experiencias abierta y públicamente.
Por cierto, si en páginas de
maternidad, si matronas y hospitales hacen gala de los partos que han atendido,
¿por qué no pueden hacerlo las madres
que he acompañado, las que quieren dejar su testimonio en este blog? Creo que ya tengo tema para otra entrada…
Hasta aquí. Gracias por seguirme. Si tienes dudas o necesitas información, ya
sabes cómo localizarme.
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